Mitos y Leyendas del Estado Anzoátegui
Leyenda de la poza del temblador; Cercano a la población de El Tigre en la carretera El Caris-La Aventazón, se encuentra en el balneario La Cadera se encuentra una poza conocida como la poza del temblador. En ella han muerto ahogadas varias personas debido a la profundidad de sus aguas y a los ataques de los tembladores o anguilas de río. Se dice que en época de lluvia los bañistas no deben acercarse a la poza porque el temblador madre hunde a las personas hasta el fondo de las aguas sin dejarlas salir.
Leyenda de las ánimas del puente de La Magnolia: en la carretera entre El Tigre y Cantaura Poco después de la alfarería El Tigre existe un puente conocido como puente de La Alfarería o de La Magnolia, pero que también recibe el nombre de puente de Las Ánimas, pues supuestamente en las tardes o en las madrugadas, cuando hay neblina, se ve gente pasar, así como se oyen voces y gritos. Se dice que el puente está habitado por almas en pena que avisan cuando va a ocurrir algún fallecimiento o para evitar que éste ocurra. Vecinos escépticos del sector creen más bien que los gritos son producidos por los obreros de la alfarería que salen del trabajo a altas horas de la noche.
Historia del caballo sin cabeza: El caballo sin cabeza salía por las calles Miranda, Anzoátegui, Guevara, Rojas y Sucre, del municipio Pedro María Freites. Según algunas personas era un caballo sin cabeza, con su silla gurupera, cargaba algo de metal colgando, que hacía ruido. Las personas que lo llegaron a ver pasaban tres días con fiebre. Según cuentan en la casa ubicada en la calle Sucre, nº 33, salía un hombre vestido con un pantalón blanco y camisa de rayas. Salió por años, despertando a la familia, pasaba por debajo del chinchorro, ellos lo sentían, hasta llegó a prender el televisor. realizaron un hueco en el patio de dos metros de donde sacaron los huesos del caballo con los hierros de la montadura y los botaron en el basurero, los del muerto los encontraron en el cementerio. Cuentan que los exorcistas colocaron tres espejos y se vio el reflejo del hombre, pero no pisaba el suelo. El muerto tenía el pelo liso, era de tipo indio. Dijo que él no se podía ir, porque cuidaba el dinero. Contó que él venía herido y lo mataron sus compañeros para que cuidara la fortuna. Sólo quería que se fueran de la casa y que no lo molestaran.
Leyendas de espíritus, espantos y duendes: En el caserío La Señora se cuenta que los espíritus o cerentones son muy comunes. Se trata de almas en pena que molestan de mil maneras a los habitantes de este caserío en sus propias casas, impidiéndole comer, dormir o trabajar. Una familia personalmente afectada se mudó de casa porque cuentan que un espíritu estaba enamorado de su hija y la molestaba con frecuencia. Esta comunidad cree ciegamente en estos espíritus y les teme. Otras leyendas versan sobre espantos, siendo las más comunes la del jinete sin cabeza y un duende. Se comenta que han visto y escuchado un caballo que galopa desde el puente Madera hasta Ojo de Agua, donde aparece una luz que se pierde en el camino, y se escuchan ruidos que aseguran son los duendes. La frecuencia con que se manifiestan estos hechos ha atemorizado a la población.
Leyendas del caserío Las Delicias: Los habitantes de Las Delicias han presenciado una serie de eventos paranormales a los que no les encuentran explicación. Uno de ellos sucede en la vía La Represa, donde aseguran aparece una gallina con pollitos pero desaparecen rápidamente. También dicen ver, de vez en cuando, un perro negro gigante y peligroso sin dueño que deambula sin rumbo. Aseguran haber visto a La Llorona, que aparece en ciertas épocas del año; y finalmente refieren de una mujer que pide aventones, habla y enamora a los conductores; siempre se baja en un lugar específico y desaparecer sin dejar rastros.
Ritos para evitar la lluvia: Se cuenta en Buchivacoa que la familia Gómez Pirela inició una práctica para evitar que lloviera en el pueblo que consiste en quemar una palma o pan rallado sobre un plato, y esparcirlo en el patio principal de la casa. Con los años, esta tradición se ha vuelto conocida por los habitantes, y muchos las practican.
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